El diccionario nos dice que el uniforme es "el vestido peculiar y distintivo que usan los militares por concesión o por ley". No siempre fue un traje, solo bastaba en ocasiones un penacho, un símbolo o un emblema, que uniformara a un grupo de hombres.
Recibir el uniforme supone una predisposición intelectual y espiritual. Intelectual porque se debe tomar conciencia de significado de estos paños y que cosas se deben defender como valores inmutables y permanentes. Espiritual porque se necesita estar en gracia de Dios, libre de espíritu y tranquilidad de conciencia.
Este uniforme ha variado en su forma, pero no en su fondo, representando valores que han sido defendidos por hombres de la talla de Saavedra, quién fue uno de los forjadores de la Patria, Belgrano, quien dio los colores a la bandera. San Martín, quien dio la gloria a nuestras armas. Las Heras, ejemplo de subordinación y valentía, Savio y Mosconi, contemporáneos forjadores de un Ejército Argentino más pujante.
Más de un siglo ha transcurrido desde el uso de aquel viejo uniforme compuesto de "blusa de paño azul oscuro con reverso de terciopelo, chaleco y pantalón del mismo paño con franja punzó, botines a la Crimea y kepi" y muchos años más han pasado desde las solemnes entregas de armas e investiduras de aquellos guerreros que encontraban en la milicia su modo de santificación.
El paso del tiempo no pudo variar la esencia de los hombres de armas que permanecen fijas, inmóviles, idénticas. Más allá de los cambios, de los gustos y las modas circunstanciales.
Antaño el distintivo exterior del soldado fue su uniforme. Pero ese no era (ni es) más que la exteriorización de una uniformidad interior que a esos bravos que lo llevaban unían y reunían. Así llegaban a ser un sólo sentimiento, un solo corazón, una sola voluntad, una sola idea y un solo cuerpo frente al enemigo.
Los uniformes son pues, la manifestación de una comunión espiritual verdadera y aunque en su confección no haya habido una intención deliberada, los uniformados siempre han buscado un significado en esas prendas. Una respetable tradición de ya muchos años, que ha transmitido para el uniforme de los cadetes, los detalles que a continuación se señalan.
Predomina el azul llamado horizonte, que recuerda la búsqueda constante de lo permanente, el llamado a lo trascendente.
Los vivos rojos simbolizan la abnegación y su modo supremo, el sacrificio, representa la sangre derramada por la multitud de muertos por la Patria y nuestra disposición perenne de ofrendar la vida, entendiendo en ello el acto más sublime del servicio.
El color blanco presente en la gorra y en los guantes, indica en la cabeza y en las manos, la pureza de pensamientos y la nobleza de los ideales en el primer caso y la integridad de proceder en el segundo. Es también emblema de firmeza, vigilancia, integridad y obediencia.
El color dorado de los botones es alegoría de la dignidad, lealtad y constancia en nuestro obrar. Asimismo más allá de reconocer que el Ejército adhirió al ejercicio de la libertad religiosa desde el acatamiento a las resoluciones de la Asamblea de 1813, cuenta la tradición que el espíritu mariano de nuestros próceres inspiró para que sean siete los botones delanteros simbolizando los sacramentos y cuatro en la parte posterior representando las virtudes cardinales, que se deberían practicar para un mejor servir en la milicia.
El cinturón muestra al Cadete ceñido, envuelto en un compromiso de obediencia y subordinación para la defensa de la Patria.
Los símbolos de la Escarapela y el Escudo Nacional presiden desde lo alto todo el uniforme y ocupan por privilegio el centro de la gorra.
El distintivo del Colegio Militar de la Nación, usado desde los primeros días de su fundación, consta de un castillo rodeado de un palmar de laureles. Su castillo significa la fortaleza, el valor, el dominio del temor y la tristeza, la entereza y la presencia de ánimo. Los laureles representan la gloria obtenida con heroísmo y nobleza siendo, además, signo visible del cumplimiento de la misión.
El sable es una réplica del corvo usado por el General San Martín en las campañas, símbolo del mando para el uso de la fuerza en el ejemplo de las virtudes sanmartinianas. En este tipo de armas, la empuñadura y la hoja significa la prudencia. El pomo la fortaleza y la cruz, la templanza.
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