En 1869, siendo Presidente de la Nación Domingo Faustino Sarmiento, surgió la inquietud de organizar un instituto de formación de oficiales para el Ejército. La idea no era nueva, pues varios ensayos se habían hecho en ese sentido desde mayo de 1810, sin embargo todos ellos tuvieron corta existencia.
El 9 de agosto de 1869 cuando aún no había cumplido el primer año de su mandato constitucional, Sarmiento envió un mensaje a la Cámara de Diputados adjuntando un proyecto para la creación de una escuela castrense que proveyera de oficiales altamente capacitados para mandar al Ejército.
Así el Congreso se abocó al estudio del mismo y tras algunos debates fue aprobada la Ley por ambas cámaras con el número 357 que autorizó al Poder Ejecutivo para la formación de una escuela militar.
Promulgada el 11 de octubre de ese mismo año esa Ley 357 se convirtió en la piedra fundamental del Colegio Militar de la Nación.
De inmediato el gobierno designó una comisión militar especial a efectos de proponer el reglamento y plan de estudios de la nueva escuela. Se recurrió para esta tarea a un selecto grupo de oficiales, veteranos de muchas campañas y que habían acreditado destacadas condiciones intelectuales; eran ellos el Brigadier General D. Emilio Mitre, el General D. Indalecio Chenaut, el Coronel D. Mariano Moreno, el Coronel D. Juan F. Czetz y el Sargento Mayor V. L. Peslouan.
Cerca de dos meses llevó a la comisión completar la tarea, que permitió al P.E. dictar un decreto el 22 de junio de 1870, oficializando lo propuesto. Dicho documento, firmado por el presidente Sarmiento y refrendado por el Ministro de Guerra General Martín de Gainza, designó como cuartel del Colegio Militar al edificio que sirviera de residencia a Juan Manuel de Rosas y al mismo tiempo nombra Director del Colegio Militar al Coronel de origen húngaro D. Juan F. Czetz y a los primeros oficiales.
El edificio se erguía al N.O. de la ciudad, distante de ella cerca de una legua, en los terrenos limitados por el arroyo Maldonado y el Río de la Plata. Su construcción databa de 1838.
La primera tarea del flamante director fue la adaptación de las instalaciones para la nueva función. Meses más tarde, el 19 de julio de 1870, ingresaban los primeros alumnos.
Este edificio de estilo colonial y de grandes proporciones para la época, que había sido construido para albergar a una familia y al personal de servicio, llegó a cobijar en 1892 a 118 cadetes a los que había que agregar el cuadro de oficiales, el claustro de profesores y el personal de tropa y servicio.
En sus aulas y recintos se mantenían aún, muebles, estufas, alfombras, arañas y espejos que ornamentaron el lugar en tiempos de su original propietario. Algunos de ellos, como un conjunto de rojos sillones de jacarandá, un escritorio de caoba, una cómoda y una caja de caudales, actualmente forman parte del museo del Instituto.
Por espacio de 22 años, funciono en este caserón de Palermo de San Benito el Colegio Militar alcanzado un alto prestigio académico, formando a los cadetes en un riguroso secundario que, por la época, se consideraba de excelencia y se ubicaba entre las mejores academias militares del mundo. Fueron 17 las promociones de oficiales que egresaron de las aulas de este predio, antes de ser abandonado en 1892 en búsqueda de mayor espacio.
La nueva sede se fijó en la localidad de San Martín, donde hoy se encuentra el Liceo Militar General San Martín. Ese ámbito, al igual que el primero, no fue construido al efecto, sino que se aprovechó una edificación ya existente destinada anteriormente a un Colegio de Artes y Oficios. El reacondicionamiento se efectuó con sendas partidas presupuestarias otorgadas por el Congreso.
Más allá de la importancia de la nueva sede en San Martín, pronto las limitaciones de la construcción evidenciaron la necesidad de buscar un espacio especialmente diseñado como academia militar. Así surgió el proyecto para construir la sede definitiva del Colegio que se hará realidad en el año 1937.
El lugar elegido esta vez fue la antigua propiedad de Don Diego Casero, que junto a su conocido Palomar, daban nombre a la zona y sus aledaños. Estos campos por su amplitud y cercanía a la Ciudad de Buenos Aires fueron considerados ideales para el nuevo proyecto.
La piedra fundamental del nuevo edificio fue colocada por el General Pablo Ricchieri en 1904. Sin embargo, recién en 1921 bajo la presidencia de Hipólito Irigoyen, comenzaron efectivamente los trabajos de construcción.
Se adjudicaron las obras del pabellón "Dirección" a la empresa Bonnen Ibero, Parodi y Figini, iniciándose los trabajos el 19 de julio, con asistencia del entonces Ministro de Guerra Dr. Julio Moreno. Se descubrió en dicha oportunidad una placa adosada al "Palomar" histórico, que más tarde fue colocada al pie del busto del General de División Domingo Faustino Sarmiento, en inmediaciones del arco de entrada del Instituto.
El Ministro de Guerra que seguía de cerca los trabajos, ordenó suspenderlos en 1922 con el objeto de ampliar la capacidad del edificio para 1500 cadetes. Se encontraba ya construida para ese entonces parte de la Plaza de Armas, pavimentada con adoquinado de granito de Tandil, circundando con trazo elíptico al Palomar de Caseros.
Como consecuencia de la ampliación resultante del Plan de Obras, fue necesario abarcar la totalidad del terreno circundante, que incluía la antigua Escuela de Caballería.
A mediados de 1923 el Poder Ejecutivo aprobó el nuevo Plan de Obras, con una inversión superior a $ 13.500.000 moneda nacional que contemplaba prácticamente el actual Colegio Militar de El Palomar.
Hasta el año 1929 se asignó una partida de $ 500.000 Moneda Nacional anuales para la continuación de la obra, en cumplimiento del nuevo contrato celebrado con la "Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones".
En 1930, la crisis económica, obligó a paralizar las obras por total falta de recursos. Llegando así al año 1935, en el cual se reinician por parte del Presidente Justo, exdirector del Colegio, quien destinó los fondos necesarios para terminar en dos años de intensa actividad la obra.
El actual edificio, menos el pabellón C de dormitorios, las tribunas laterales del Campo de Deportes, el Casino de Oficiales y la primera Capilla, fueron inaugurados finalmente el 23 de diciembre de 1937 en ocasión del egreso anual de oficiales.
Con los años esas instalaciones se fueron ampliando, hoy los cadetes cuentan con numerosos espacios para su uso, se destacan una biblioteca informatizada en permanente expansión de más de 23.000 volúmenes, aulas interactivas, aulas tácticas, laboratorios de idiomas, física, química, polígono de tiro, capilla, salas de conferencias, cine y un importante campo de deportes con gimnasio cubierto, salón de complementos, esgrima y pileta olímpica climatizada.
Además el Colegio Militar tiene el privilegio de contar con un patrimonio histórico único, ya que alberga dos sitios declarados Monumentos Históricos Nacionales: el Palomar y la Casa de Caseros, testigos mudos de importantes hechos del pasado como la Batalla de Caseros, antesala de la Constitución Nacional o las conversaciones preliminares del Pacto de San José de Flores, que consolidó la unión definitiva del país.
La historia reciente encuentra al Colegio Militar en una etapa de grandes cambios. A partir del año 1994 pasó a ser un Instituto Universitario, otorgando a los Subtenientes un título de grado reconocido oficialmente y con validez nacional por el Ministerio de Educación. Actualmente se puede optar por dos carreras universitarias: Licenciatura en Conducción y Gestión Operativa o la Licenciatura en Enfermería.
Asimismo, en el ámbito del Instituto se desarrollan cursos de formación para todos aquellos profesionales que deseen formar parte del Ejército Argentino como médicos, bioquímicos, farmacéuticos, odontólogos, veterinarios, abogados, profesores de educación física, pilotos, informáticos, enfermeros profesionales o directores de banda.
De esta manera, se centraliza en un solo Instituto la formación de la totalidad de los Oficiales del Ejército Argentino.
Otro hito importante en este proceso de cambio ha sido la incorporación de la mujer a partir del año 1997. Ellas hoy ingresan al Colegio Militar en una total igualdad de condiciones que sus pares varones, de acuerdo a las normas establecidas por la Fuerza.
Así llegamos al presente, que encuentra a este Instituto transitando el camino del afianzamiento y consolidación de esos cambios sin dejar de lado su finalidad esencial que es la de educación y formación de los futuros conductores del Ejército Argentino.
Estadista, literato, periodista, educador y soldado, don Domingo Faustino Sarmiento nació en la ciudad de San Juan el 15 de febrero de 1811. Fueron sus padres don José Clemente Sarmiento y doña Paula Albarracín.
Cursa sus únicos estudios regulares en la Escuela de la Patria que dirigía Don Ignacio F. Rodríguez. Dedicado en un principio a las labores comerciales, abandonó esas tareas para alistarse en las tropas que combatían a Quiroga participando en varias de las acciones contra el Tigre de los Llanos y sus seguidores.
El 10 de junio de 1828 es nombrado Subteniente de la Segunda Compañía del Batallón de Infantería Provincial de San Juan creado por el Gobernador Coronel Manuel Gregorio Quiroga y Carril. Al negarse a cubrir una guardia, es encarcelado y puesto en libertad por mediación de sus parientes.
En 1829 con el grado de Teniente se sumó a las fuerzas unitarias del Coronel Vega y participó en los combates de Niquivil y Tafín donde son derrotados por los federales al mando del Coronel Francisco Aldao.
Más tarde, el 21 de septiembre en el Combate del Potrero de Pilar, lugar situado a cinco millas de Mendoza en el que murió trágicamente en medio de la calle al ser alcanzado en su huida a caballo F. Narciso Laprida, cayó prisionero salvando la vida por intervención del Gobernador Villafañe, amigo del Presbítero Oro.
El 13 de abril de 1830 con el grado de Ayudante Mayor, se incorporó al Escuadrón de Dragones, cuya jefatura ejercía el Comandante Bárcena alcanzando así un tercer grado en la jerarquía militar.
En agosto de ese año se lo destinó al primer Escuadrón de Caballería Provincial, llegando a San Juan el Coronel Indalecio Chenaut, comisionado por el Grl. Paz para formar un regimiento de 600 plazas, llamando a Sarmiento a quien pide colaboración para el cumplimiento de la misión que le fuera confiada. El ayudante trabaja al lado de Chenaut durante un mes, y al cabo de este lapso vuelve al Escuadrón de dragones de las milicias provinciales.
Aunque no existen datos oficiales que lo confirmen -afirma Augusto G. Rodríguez- que puede tenerse por seguro que en esta época ya ostentaba Sarmiento el grado de Capitán.
Triunfante Quiroga en 1831, emigró a Chile en compañía de su padre; en el país hermano hizo de todo; maestro de escuela en los Andes, bodeguero y maestro en Pocuro, dependiente de tienda en Valparaíso, mayordomo de minas en Copiapó.
En ningún momento estas actividades lo desviaron del estudio de idiomas, de la historia y otras asignaturas. Al enfermar de cuidado volvió para reponerse a San Juan en 1836.
Con don Ignacio Cortínez y don Antonino Aberastain fundó el periódico "El Zonda", en cuyas columnas se ocupó de política y de educación pública. Hostilizado por Benavidez siguió su prédica hasta que éste ordenó la suspensión del periódico y el destierro inmediato de su redactor.
Sarmiento pasó una vez más los Andes y en Chile se dedicó a impulsar la educación y el periodismo. Por su iniciativa el Gobierno fundó la primera Escuela Normal de preceptores de la América del Sur (1842); él la dirige, y al año siguiente fue nombrado miembro del Cuerpo Académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
Publicó textos escolares, cartillas y silabarios, escribiendo asimismo polémicos y comprometidos artículos en diarios donde fue redactor fundador como "El Progreso" (1842- 1845) y el "Heraldo Argentino" y en "El Mercurio".
Ensayó el género autobiográfico en Mi Defensa (1843), compuso un trabajo sobre fray Félix Aldao y su obra cumbre y para muchos la más significativa de la literatura hispanoamericana del siglo: Facundo, o Civilización y Barbarie.
Después viajó a través de Europa, África y los Estados Unidos en el lapso 1845-1848; enriqueciendo su formación de autodidacta. De vuelta en Chile entrega a la estampa dos obras perdurables, en 1849: los Viajes y Educación Popular, su libro preferido.
Preconizó al año siguiente la unión de los argentinos sobre bases federalistas en Argirópolis y narró su vida en la mejor escrita y la más tierna de sus producciones: Recuerdos de Provincia.
Cuando Urquiza se pronunció contra Rosas, fue a ofrecerle sus servicios, junto con el Teniente Coronel Bartolomé Mitre y los Coroneles Aquino y Paunero. Se incorporó al Ejército Aliado y Urquiza, quién le reconoció el grado de Teniente Coronel, lo nombró redactor del Boletín de la Campaña.
Cumplió con la labor encomendada siguiendo como oficial en sus filas que nuclearon tropas argentinas, uruguayas y brasileñas hasta la victoria de Caseros el 3 de febrero de 1852. Luego, al no entenderse con el vencedor de Rosas, pidió su retiro del servicio activo.
Su destierro voluntario en Chile duró hasta 1853, año en que regresó al entonces Estado de Buenos Aires, cuyo gobierno el 8 de octubre le otorgó el grado de Tcnl. efectivo y le dio el alta en el Ejército Provincial.
Redactó "El Nacional", fue concejal fundador de la Municipalidad porteña (1856), Director de Escuelas (1856-1862) y Senador en la Legislatura de Bs. As. en 1857, 1860 y 1861.
En 1857, el Gobernador Pastor Obligado lo designó Jefe de Estado Mayor del Ejército Bonaerense de Reserva, con el grado de Teniente Coronel que acampado en Palermo estaba a las órdenes del Cnl. Martínez.
Fue convencional en la Constituyente de 1860, convocado para tratar la reforma de la Constitución Nacional de 1853 y Ministro de Gobierno en la administración del Grl. Bartolomé Mitre, del Estado de Bs. As.
Después de la derrota de Cepeda, el 23 de octubre de 1859 fue nombrado segundo jefe de línea de defensa habiendo alcanzado a fortificar la quinta de Lezama hasta la llegada del Grl. Mitre que asumió el mando.
Tras la victoria del ejército de Buenos Aires, después de Pavón, 17 de septiembre de 1861 fue a las provincias cuyanas con la expedición del General Paunero como Auditor de Guerra.
Por decreto del Poder Ejecutivo Nacional del 28 de marzo de 1863, el Cnl. Domingo Faustino Sarmiento fue nombrado Director de la guerra y Comandante General de las fuerzas de línea y milicias de San Juan, Mendoza y San Luis; el despacho que lo acreditó en el grado le fue remitido al Cnl. Sarmiento por resolución dictada tres días después de ser nombrado Director de la guerra contra el Grl. Peñaloza.
A poco de arribar a San Juan fue elegido Gobernador, funciones que desempeñó hasta 1864, en que fue designado Ministro Plenipotenciario y Enviado extraordinario de la República Argentina cerca de los gobiernos de Chile, Perú y Estados Unidos.
Hallándose en el país del Norte publicó la Vida del Chacho, en 1867, y al año siguiente fue elegido Presidente de la República, llegando a Buenos Aires el 29 de agosto de 1868.
Durante su Presidencia (1868-1874) creó la instrucción primaria, superior y graduada y fundó con fondos nacionales escuelas primarias, en varias provincias. De Europa importó gabinetes de ciencias y colecciones de historia natural.
Creó escuelas normales anexas a los colegios nacionales de Corrientes y de Concepción del Uruguay. Fundó el Colegio Militar, la Escuela Naval, y escuelas de arboricultura y agronomía en San Juan, en Mendoza, y más tarde en Tucumán y Salta.
"Aún no acallados los ecos de la Guerra del Paraguay y ya en el poder como Presidente de la Nación, surgió en la mente del ilustre sanjuanino -señala Isaías J. García Enciso-, la inquietud de organizar un instituto de formación de oficiales para el Ejército".
EI 9 de agosto de 1869, antes de cumplir su primer año como Presidente, Sarmiento envía un mensaje a la Cámara de Diputados adjuntando un proyecto sobre creación de una escuela castrense.
Después de ser tratado y aprobado en ambas Cámaras el Poder Ejecutivo promulga la ley correspondiente el 11 de octubre de 1869 "colocando -dice el mismo autor- la piedra fundamental de un futuro promisorio en la formación de los profesionales militares. Se ponía en marcha la empresa que tanto necesita el país y que por tantos años esperó el Ejército. De ella saldrían con los años, Presidentes de la Nación, ministros, legisladores, conductores de sus ejércitos en paz y en guerra, soldados todos de la Patria y en muchos aspectos arquitectos de su destino".
En su mensaje de apertura del H. Congreso de la Nación en el año 1872 el Presidente D. F. Sarmiento así se expresaba textualmente: "Me es grato anunciaros que la Escuela Militar funciona con el más cumplido éxito hace ya un año y que los hábiles profesores que la dirigen llenan satisfactoriamente los objetos de esta institución, que son dotar al ejército de oficiales científicos, ya que el arte de la guerra, por el material que requiere y sus medios poderosos de destrucción, pone el valor al servicio de la ciencia y el genio".
Al año siguiente en su mensaje anual de apertura vuelve a referirse a ella: "La Escuela Militar, ha hecho ya por los progresos rápidos de sus alumnos y la solidez de la educación que reciben los cadetes, las bases de una mejora gradual en el servicio de las armas, tal como lo requieren las necesidades de la guerra moderna. El cuerpo de profesores que la dirigen ha dejado satisfecho el propósito de su creación y los mejores sistemas europeos sirven de norma a sus tareas".
Estableció la enseñanza para ciegos y sordomudos, e hizo practicar el censo escolar. Fundó el Museo de Historia Natural, trajo a sabios como Burmeister y fundó la Academia de Ciencias de Córdoba. Fomentó la obra edilicia de Buenos Aires y creó el Jardín Zoológico y el Jardín Botánico.
Ocupó luego una banca en el Senado (1875-1879), donde reactualizó el credo de toda su vida y pronunció discursos memorables. El 12 de julio de 1877 fue ascendido a Coronel Mayor. Volvió a dirigir la instrucción primaria en la provincia de Buenos Aires para entonces y en el orden nacional en 1881.
En momentos muy difíciles desempeñó efímeramente, en 1879, la cartera del Interior. Publicó en 1883 su libro: "Conflicto y armonías de las Razas en América"; fue en misión cultural a Chile, al año siguiente, y publicó en 1885, su último y combativo periódico "El Censor".
Dio a conocer a un sabio y a un héroe eminente en: "Vida y eventos del Coronel Francisco J. Muñiz" y, en 1886, volcó todo su cariño y emoción de padre en "Vida de Dominguito". Tuvo amor al árbol y a la naturaleza toda y, viejo ya, escribió un tratado de Selvicultura.
Viajó al Paraguay en 1887 para reposar su quebrantada salud, y volvió con el mismo objeto al año siguiente. Publicó una serie de artículos tendientes a promover el adelanto industrial del país vecino y conservó a pesar de sus achaques físicos, el ritmo febril de actividad de sus mejores días.
Su muerte, acaecida el 11 de septiembre de 1888, conmovió profundamente la opinión pública del continente. Su cadáver, de acuerdo con un deseo suyo, fue envuelto en la bandera de los cuatro pueblos a los cuales sirviera: la Argentina, Chile, el Paraguay y Uruguay.
Sus restos fueron inhumados en Buenos Aires el 21 de septiembre; al despedirlos, Carlos Pellegrini sintetizó el sentir general proclamándolo "el cerebro más poderoso que haya producido América".
BIBLIOGRAFÍA:
Colegio Militar de la Nación
Aviador Matienzo y Ruta 201, El Palomar (CP 1684), Buenos Aires, Argentina
Conmutador (011) 4751-8001 - (011) 4751-8002 - (011) 4751-8004 - (011) 4751-8005 - (011) 4751-8006
Sede Educativa de la Facultad del Ejército dependiente de la Universidad de la Defensa Nacional
© 2002-2024 - Comunicación Institucional