Reg Prop Intelectual N° 5341307 - ISSN 1667-4839
En el taller más extraño y sublime conocido, se reunieron grandes arquitectos, notables ingenieros, afamados carpinteros y los mejores obreros celestiales, que tenían la tarea de construir el padre perfecto.
Debe ser fuerte, comentó uno. También debe ser dulce, comentó otro experto.
Otro opinó: ...Debe tener firmeza y mansedumbre, tiene que saber dar buenos consejos.....Debe ser justo en momentos decisivos, alegre y comprensivo en los momentos tiernos, dijo por fin el último.
¿Cómo es posible - interrogó un obrero -, poner tal cantidad de cosas en un solo cuerpo?
Es fácil, contestó el ingeniero, solo tenemos que crear un hombre con la fuerza del acero y que tenga el corazón de un caramelo.
Todos rieron ante la ocurrencia y estaban festejándola cuando se escuchó una voz (era la del Maestro, dueño del taller del cielo). Veo que al fin comienzan a tener problemas - comentó sonriendo -. No es fácil la tarea, es cierto, pero no es imposible si ponen interés y amor en ello. Vean cómo se hace, dijo, y tomando entre sus manos un puñado de tierra, lo extendió sobre la mesa y comenzó a darle forma.
¿Tierra? - preguntó sorprendido uno de los arquitectos - Pensé que lo fabricaríamos de mármol, marfil o piedras preciosas. Este material es necesario para que sea humilde - le contestó el Maestro.
Luego extendiendo su mano, sacó de las estrellas oro y lo añadió a la mesa. Esto es para que en las pruebas difíciles brille y se mantenga firme. Agregó a todo aquello, amor, sabiduría, le dio forma, le sopló de su aliento y cobró vida, pero....faltaba algo, pues en su pecho le quedaba un hueco.
¿Y qué pondrás ahí?, le preguntó uno de los obreros. Y abriendo su propio pecho, y ante los ojos asombrados de aquellos arquitectos, sacó su corazón y le arrancó un pedazo y lo puso en el centro de aquel hueco. Dos lágrimas salieron de sus ojos, mientras volvía a su lugar su corazón ensangrentado.
¿Por qué has hecho tal cosa? - le interrogó un ángel obrero - y Ël, aún ensangrentado, le contestó:
Esto hará que me busque en los momentos de angustia, que sea justo y recto, que perdone y corrija con paciencia, y sobre todo, que esté dispuesto a hacer el mayor de los sacrificios por los suyos, y que dirija a sus hijos con su ejemplo, porque al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su tarea de padre allá en la tierra, regresará hasta mi. Y yo, satisfecho por su buena labor, le daré un lugar aquí en mi reino. Le extenderé mi mano, descansará en mi pecho y tendrá Vida Eterna.
Pues yo también soy Padre y por Él, por su bien, para otorgarle vida, arranqué de mi corazón un pedazo de amor y lo puse en su pecho. Para que a mí regrese, para darle perdón, para mostrarle que aunque es duro ser padre, cuando extiendes tus brazos y perdonas, la recompensa es vida, gozo y amor eterno.